lunes, 1 de septiembre de 2014

La precisión de mamá





Entró a tomar un cortado el que entonces era el único médico de cabecera, además del encargado de sanidad. Nunca sabré si por joder, por reafirmarse o porque, como diría mi madre, era un desustanciao, dijo que el bar estaba sucio.

Mi madre fregona en la mano le dijo muy serena:

-Eso no es cierto, pero me alegro muchísimo de tener ocasión de decir que llevo treinta años hacinada en su/tú (eso no lo sé) consulta sin quejarme. Aunque eso no es lo más grave, lo peor es estar dándole/dándote (¿?) una propina todos los meses (se refería a la iguala). ¡A mí me daría mucha vergüenza!

Y aquel hombrecillo displicente,  el miembro de las fuerzas vivas, salió colorado como un tomate.

Y de esas muchas.Es un lujo haber tenido una madre guerrillera incansable, especializada en los ataques selectivos y directos.

La plaza, las oportunidades, y los recuerdos que se cobran por adelantado.








María Jesús me decía ayer que cuando la muerte le produce más extrañeza es cuando se da cuenta de que todo sigue funcionando. Esta mañana los del ayuntamiento se han puesto a taladrar  y todo ha sido ruido injusto y esa frase. 

Sabía que llegaría el día en el que mi madre no cruzara la plaza, por eso era tan importante volver la mirada en el momento exacto y encontrarla, no parecía fácil a aquella velocidad de la Arse, pero la cruzaba muchas veces, siempre dio muchas oportunidades.