miércoles, 29 de julio de 2015

Las tres cosas que más me ha costado desaprender, las que me inculcaron más a fuego son:



No se puede salir de viaje y no haberse puesto nervioso antes, durante dos días hay que estar ojo avizor, imaginando en los objetos más inútiles su cualidad imprescindible y evaluando si acarrearlos. La obsesión por el cepillo de dientes es uno de los síntomas más claros de sedentarismo.  Aún produce más pánico que la burocracia la tensión de "preparar la maleta".

La segunda era que no se podía leer sin la cama hecha y la vajilla fregada.

La tercera era que no se podía beber agua a morro. Roberto siempre decía que nosotros nos casamos para poder beber agua a morro sin problemas.