Dalton Ghetti
Los reencuentros
Ese género, la constatación de que
lejos de ser una ilusa tienes cachitos tuyos gozando, sufriendo y viviendo por
ahí. Tres expediciones al núcleo en muy poco rato: difícil ponerse a escribir.
Ando felizmente aturdida, pienso seguir un buen rato así, inmersa.
Los regalos
Hacía mucho
tiempo que no me regalaban nada, mejor dicho, que no aparecían objetos no efímeros en mi vida. Llegaron todos de golpe: un anillo, un
collar, un carretillo y una azada.
Apareció el peine.
El anillo
Me hizo recorrer
mi memoria de los anillos, los dos de oro de la abuela Pilar, el miedo de niña
de que llevara a su marido en el índice, el que a mi padre se le disolvió
con mercurio, el de la bisabuela de Roberto y el día que lo perdí…El día en que
decidí quitarme todos los anillos y comprarme uno de autocompromiso que aún me
dura. El otro, que llego pocos meses después, en Ámsterdam. Los dos juntos, que llevan
unos diez años siendo omnipresentes.
De los anillos
pasé a las manos. La distancia que sienten las dos manos, del encuentro de las
manos,de las manos parlanchinas. Tengo muchas historias de manos y de anillos y
me producen la suficiente extra;eza como para considerar interesante empezar
una colección.
Entonces ya he encontrado un cabo.
A la niña Blanch le
voy a empezar a contar esta tarde mientras ordenamos armarios,contestando a su pregunta de ayer. Reconozco que hay preguntas que debería hacerme yo, pero a veces dejo que se formulen solas, o que me las hagan los demás, que les llegue el tiempo.
Este anillo nuevo es resistente, y es un anillo de camuflaje, ideal para alguien que se dedica a arrancar hierba.
El collar
Es negro, elegantísimo, tiene tantas cuentas que aún no las hemos podido contar.Podría servir en el más decadente París de los veinte, pero está hecho en Sucumbíos por una indígena. No una indígena cualquiera, sino por la prestigiosa prostituta del lugar, la señora que se sienta, porque se lo ha ganado, en la primera fila entre las autoridades.
El peine
La otra noche los
tres nos quedamos mirando mucho rato y al unísono el peine amarillo.Va para veinte a;os que el también nos mira. Entonces
la memoria me sopló esa frase rotunda. Pero no tengo admiraciones:
Pedazo de
plástico, y nos sobrevivirás.
Hacer
Hacemos diez años
aquí. Hemos tenido una semana hiperactiva: una compostera, recolocar internet,
poner baldas en la despensa, ordenar unos dos millones de objetos por gremios,
conseguir leña, coger fruta, iluminar la sala de moler,arrancar hierba, pensar donde van a ir la cabaña africana y el hamman, ordenar la casa de perros, deslindar trepadoras en las bacas de plantas,
hablar del Congo, ver películas sobre Congo, pensar en los Wayu. Cocinar rico. Contarnos lo que aconteció hace diez años. Contarnos, contarnos bien y callarnos mucho rato, también. Ahora esos dos molineros nucleares se han ido a la civi.
Mañana empieza a llegar la tropa.
Postdata para cazadores de gazapos: el teclado holandés y además me da el sol en la pantalla.
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