Estoy disfrutando uno de mis cíclicos regresos a las costumbres placenteras. Cuando me da este ataque en lugar de comer incorporo, que decía Lezama. Nado y nado, me doy cremas, paseo, voy a la biblioteca, oigo música, madrugo, leo al sol, casi no fumo y hasta soy capaz de dejar la mente en blanco.
Hoy he ido a Zaragoza en tren, sobre los mismos rieles, sobre la misma recta que toda la vida, solamente el paisaje era el mismo, o casi el mismo, pero a esa velocidad también parecía otro. Yo siempre iba en tren, luego el tren desapareció y ahora ha reaparecido. Los trenes son para leer, le doy la razón a Sonia que sabiamente recomienda mirar por las ventanillas, pero los trenes son para leer, si da tiempo, que siete minutos no son nada. Además ahora no hay quién se pase de parada, avisa la voz idéntica de cada estación. Yo me pasé de parada con William Faulkner, con Samuel Beckett y con Claudio Rodríguez, soy muy despistada pero no hasta el punto de no recordar con quién me paso de parada. La estación de Casetas era el lugar más literario de los alrededores, y me terminaba alegrando del despiste, era un placer atravesar aquel paseo con el otoño a la rodilla para coger el autobús de vuelta.
Me recuerdo como a la sombra de algo que aún no había sucedido. Como ahora, supongo.
¿Quién de nosotros no pasa la mayor parte de su vida a la sombra de un acontecimiento todavía no ha tenido lugar?
se preguntaba Musil.
3 comentarios:
Qué gran frase de musil y qué hermosa entrada. Cómo sabes disfrutar de un otoño, yo a lo máximo que llego es a no caer, a tratar de resistir en el árbol y esperar mejores tiempos.
jalo my dear
la ventana está bien cuando el paisaje es es novedoso, pero si lo has visto una y mil veces... claro que yo aún así miro por la ventana
en el metro... pues leo
: DD
milbesos
Los viajes en tren (tan poco modernos!)son la forma de viajar más armónica. Y además es el único medio de transporte en el que puedo leer sin marearme. Me ha gustado tu entrada.Te iré leyendo.
Ah...Y me gusta el nombre de tu blog.
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