Esa brujilla colombiana llego a vivir con nosotros el jueves y a las pocas horas trajo un saco de verdura recién cogida para todos. Estoy aprendiendo muchísimo con Alisón estos días, cuando narra primero recupera los gestos esenciales y escenifica, luego pone la grabadora para mostrarnos las voces de los protagonistas, después nos enseña una foto. Aunque decidió formarse como actriz porque desde pequeña era una gata voladora, también ha heredado alma de periodista, va cargada de cámaras y graba sin que nadie se de cuenta las conversaciones. No es extraña la herencia siendo hija de Ignacio Gómez, al que oí ayer por primera vez en ese vídeo pero a quien ya tengo la impresión de conocer. Las Lolas se van a Colombia y Colombia viene a mí. Ahora desayuno jugos de perejil, manzana y curcuma y tengo compi para cenar los sábados.
Yo creía que todos deberíamos tener dos edades, pero desde que nos hemos hecho pandilla Juan, Alisón y yo creo que tenemos tres por lo menos. Los 23 de la gata voladora están cargados de experiencias y los 32 de Juan Cruz lo mismo. A veces me toca ser la pequeña. Sea como sea naramos y narramos y narramos los tres.
Empieza Juan:
-y la del borracho, borracho borracho, cuando atracaron en una taquería y todos estaban con las manos sobre la cabeza y una pistola apuntando, pero estiró el cuello y se tomó un traguito-
-estaban sentados en la acera, pasó un perro y él oyó que el perro le decía ¿vienes?,se volvió hacia su amigo y le preguntó ¿lo has oído? a lo que el otro respondió: sí, pero no vamos a ir.
El viernes reincidí, estuve en dos conciertos, uno de rock garajero, de visita en mis 23 y mis 32, después, en el paseo por Puebla vacia ambos coincidieron en que no se irían a vivir a Europa. Y me encantó que lo dijeran.
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