A los cincuenta crees haber visto todo lo que viene del cielo y no imaginas una capa de ceniza cubriendo el patio, que kilos de fertilizante caigan solos sobre el jardín y todo se ponga tan blanco como en Los Pirineos.
Juraría que algo tenía que ver mi nerviosismo sin causa de estos días con el exabrupto que ha soltado esta noche el Popocátepetl a las dos de la mañana, con la tormenta energética que tenemos en el culo. Siempre tan atinada había previsto ir hoy a Cholula a verlo de cerca y he madrugado muchísimo y bien, sin el nudo. A las siete menos cuarto ya casi estaba el café y aún no había levantado la vista. He tardado un poco en intuir lo que pasaba y he contenido las ganas de despertar a la gente. Enseguida ha llegado Pablo que venía de la calle y ahí nos hemos quedado,en la cocina, mirando caer ceniza, cabeceando y acordando: ¡no nos damos cuenta de que vivimos muy cerca y tiene mucho poderío!
Yo me siento con frecuencia cómo una brújula que ve girar su aguja a muchas revoluciones y luego pararse de golpe, imantada y desimantada por el viejo Popo.
Si llegara Pompeya todos, los poblanos y los foráneos, quedaríamos barriendo y confiados.
2 comentarios:
¡Hola Marta!
Hola,qué tal caballero desaparecido.
Me deberías echar una mano para entender este desverge. Lo intento pero está grueso.
Cómo andas.
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