Marta, pregúntale a tu tía Emma si ha
terminado de fregar y baja a quitar el motor. Me decía mi madre
todos los días a las tres o tres y media. Cuarenta años después me
he encontrado otra vez con el ritual. Ayer nos quedamos sin agua y
cuando volvió Mely dijo: hay que purgar la bomba. Se quitó la camiseta, trajinó con jarras, abrío
y cerro llaves, y ya estuvo, fue rico mojarse a medio día.
Se enamora por el olor, me dijo la
chica de la tetería, ella y su marido han prometido mandarme a la
peninsula convertida en una experta en té. Por el momento tenemos de
fresa y kiwi, blue eyes, manzana dorada, ponche de guayaba, té char, té verde. También un frasco enorme de hierba de San Juan, el hipérico, la
madre de la serotonina, y hoja y naranjo, que calma.
Ahorita sí me voy al vivero.
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