A veces tengo la fortuna de tener como alumnos a varios miembros de la misma familia, lo cual me llena de curiosidad y también de orgullo por haber sido elegida.
La semana pasada vino a clase la hermana de una alumna que, nada más aterrizar, nos contó una historia preciosa.
Conoció a un chico en un baile que le regaló las Elegías de Duino. Él le dijo después de una breve conversación:
-Aunque no nos veamos más y yo no tenga otro ejemplar éste es un libro que tú vas a entender muy bien, te lo tienes que llevar.
-Y así fue, acertó en todo, no nos hemos visto más y el libro, bueno Rilke, me cambió la vida. Os puedo recitar el poema más importante, pero tengo que prepararme, hay que respirar mucho antes de decirlo.
Y al día siguiente trajo el poema que dejo arriba atado con una cuedecita y nos dejó Rilkeadas.
Gracias Pilar.
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