Ricard Canals
Estoy leyendo mucha prosa
de gentes a las que sólo había leído como poetas. Creo que releeré
“Los cuadernos de Laurids Brigge”, estoy segurísima de que
Lezama también lo hizo. Fui de sorpresa y sorpresa con los
paralelismos entre la novela de Rilke y “Paradiso”. Me cortó el
resuello la coíncidencia entre las “escenas vivas” de las dos.
Pero sobre todo me impresionó que arrancaran con la misma situación:
un niño se pone enfermo cuando sus padres han salido de fiesta.
La potencia de ese primer terror, el primer encuentro con la soledad
y con la posibilidad de la muerte, y el reencuentro con los salvadores.
Sospecho que es un
impacto fundacional ese momento y que nos sucedió a todos. Que
producirlo es una de las misiones de la fiebre.
En mi fiebre sin padres había un
señor desconocido sentado en la cama, alguien a quién aún recuerdo aunque nunca existió. Menos mal que pronto se convirtió en mi
madre metiéndome en la bañera.
Esa Arse siempre que nos
subía la fiebre, y ante la cara de terror de mi padre, nos echaba al
agua.
También tiene
mucha prosa y muchos diarios la Pizarnik, que por ahí me espera.
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