"Nunca hubiera imaginado que mi vida se pareciera tanto a lo que deseaba, supera con creces lo que había conseguido imaginar", dijo Marta, y luego se nos volvió loca. A mi madre le encantaba cuidar a la autora de "El crimen del Esclavo", la había impresionado profundamente ese libro. A Marta se le pasaban los pánicos en la cocina de Arse. Yo siempre he sentido un pellizco de culpabilidad por no haber sabido identificar a tiempo, en la novela, las claves de tanto horror, sólo pude ver como le estallaron en las narices a esa inteligentísima mujer y la dejaron devastada.
Sigo recomendando "El crimen del esclavo", sigo invocando desde aquí a Marta, de la que hace muchos años que no sé nada, pero sobre todo recuerdo su frase cuando me levanto pensando en la vuelta a casa y me encuentro la playa del muerto, y a Justo y Carmencita, en los papeles. ¡Qué suertuda soy! pienso. Además los viernes tocaba música por aquí, ha de seguir sonando.
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