Se ha acurrucado en la
jaula y, con lo tiquis miquis que es, que no hay quién le toque un
barrote, no se movía. Llevamos
catorce años juntos, el Pichi no es cualquier pájaro, pide el agua
para bañarse y responde siempre que le hablo. Cuando doy la luz a
deshoras le pido disculpas. Ahora miraba hacia arriba, no contestaba
y no se atrevía a volar. Nos hemos estado turnando un par de horas
para hablarle seguras de que le gusta. Luego ya he pensado que es una
insensatez pretender que un pájaro tan diminuto viva más años en una jaula
y siga pareciendo contento, y me he hecho a la idea de que se moría.
Le he puesto a Magdalena Kozena, porque además es un pájaro
melómano que prefiere, y le he seguido hablando. Enciende todas
las luces, ha dicho mi tía desde la cama, eso no lo soporta.
Eso he hecho y ha
resucitado.Está tan normal. Quizá sólo tenía frío, ha estado lloviendo todo el día, o sueño. ¡Qué tipo! Una vez
volvió milagrosamente de la calle, otra se salvó por los pelos de
morir ahogado detrás de un mueble y ahora resucita.
¡Y qué bien sienta una
resurrección!
No hay comentarios:
Publicar un comentario