Lorna Simpson
-Acabo
de leer:
-Todos sobrevivieron al cáncer en la vida real
¿Y
en la ficticia no?
-Y un
poco antes había leído a Canetti:
Cómo
se representa para él la felicidad: pasarse toda una vida leyendo y
escribiendo tranquilamente sin mostrarle a nadie una sola palabra de
lo escrito y sin publicar una sola palabra. Dejar a lápiz todo lo
que ha ido anotando, sin hacer ningún cambio, como si aquello no
existiera para nada, como curso natural de una vida que no sirve a
ninguna finalidad restrictiva, sino que es totalmente ella misma y se
va anotando como se camina y respira, por sí misma.
-Einstein
dice que sólo tuvo un par de ideas importantes en toda su vida. ¡A
qué viene entonces este desasosiego por las cuatro frases que no
anoté anoche!
-Anotar,
anotar, anotar, no escribir, sólo anotar, por ejemplo:
Decidimos
esperar a que bajara el sol y nos tumbamos debajo de los pinos con
unos cartones para no pincharnos. La doctora Delgado amontonaba en el
relato los hechos más relevantes de la última semana, mientras sacó
un vaquero del bolso y empezó a rasgarlo y a subir el tono, decía
una frase y le daba un tirón, encontraba una costura, la atacaba con
las tijeras de podar y daba un grito, en un par de ocasiones tuvimos
que tirar cada una de un lado. Hasta el final, cuando ya había
cambiado el atuendo, no me di cuenta de que se estaba quitando a la
doctora Delgado para ponerse a Concha.
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