Ese es el término que más rabietas me provoca, muchas más este verano. Lo recordaba siempre que pasaba de la cocina a la sala de moler y medía exactamente diez centímetros. Antes nunca hubiera imaginado que el abismo pudiera medir tan poco. A pesar del escalón Taida podía pasar de un lado al otro, pero dando una vuelta inmensa.
Sucede.
Enseguida conseguiré una cuña de madera.
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