lunes, 18 de junio de 2012

Sueltísimos




Me cuenta Maribel.


-Correos hace mucho que pertenece a los juzgados y a las oficinas de cobro. Cartas de amor ya sólo deben escribirlas dos docenas de viejitos en toda la península, hemos pasado de ser esperados con ansiedad a ser temidos. 

Yo aún espero a la cartera, con frecuencia me trae libros pero, sobre todo, viene ella a tomarse el café en su ratito de descanso. Sigue teniendo algo de sagrado el carro: ¿cuánta felicidad y cuántos disgustos tiraría el Ziqui al río el día que se peló? nos preguntamos. Luego le cuento que una amiga echó  un pollo sin mirar al carro de un cartero en el mercado y se fue con el a casa, no lo descubrió hasta que la fulminó el amarillo de correos en el ascensor.

Más tarde nos ponemos serias, toca política local.

-A mi me propuso que fuera en su lista
-A mi padre también. ¡Entonces intentó rodearse de gente honesta y le dijisteis que no!
-La idea de que la política ensucia.
-¿Y ahora que están los peores en todos sitios qué hacemos?

El animus y los coloridos.

Casi todas las jovencitas prefieren el color violeta, que es un color que calma, estoy segura de que la mente selecciona en el espectro cromático según sus necesidades, igual  que el cuerpo cuando nos pide azúcares proteínas o hidratos. Pero no le hacemos ni caso.

Poesía Mercantil

Cuando las muchachas se hicieron ricas durante dos semanas fabricando y vendiendo gafas para ver el eclipse.

Grecia

¿Estará muriendo la democracia en el lugar donde nació después mucho tiempo de estar muy malita?

Cybors y competitividad.

Anoche vi un programa sobre personas, un daltónico y dos sordomudos, que habían suplido sus deficiencias con complementos electrónicos: el daltónico oía los colores, los sordomudos conservaban la recomendable opción de desconectarse. Es una deficiencia no poder imaginar las deficiencias. ¡Lo difícil que resulta entender al hombre que confundió a su mujer con un sombrero!

Yo carezco de la glándula de la competitividad, no puedo evitarlo, cuando alguien desea lo mismo que yo me entran ganas de irme a dar un paseo bien lejos, por supuesto me resulta absolutamente invisible el encanto de los éxitos, los éxitos mismos, en concreto y en abstracto. Conmigo la humanidad no hubiera evolucionado nada. ¿Me podrán implantar algo?¿querría que fuera posible?


La imagen ni idea, pero me gustó.

2 comentarios:

Jesús Alonso dijo...

Y perder ese sentido de contar sueltísimos tan buenos que hasta parecen juntísimos. Anda ya.

Marta Sanuy dijo...

gracias, yo tengo algunos días la impresión de haber llegado a un estado de disgregación atómica.