Me
cuenta Maribel.
-Correos
hace mucho que pertenece a los juzgados y a las oficinas de cobro. Cartas de amor
ya sólo deben
escribirlas dos docenas de viejitos en toda la península, hemos pasado de ser
esperados con ansiedad a
ser temidos.
Yo
aún espero a la cartera, con frecuencia me trae libros pero, sobre todo, viene
ella a tomarse el café en su ratito de
descanso. Sigue teniendo algo de sagrado el carro: ¿cuánta felicidad y cuántos
disgustos tiraría el Ziqui al río el
día que se peló? nos preguntamos. Luego le cuento que una amiga echó un
pollo sin mirar al carro de un cartero en el mercado y se
fue con el a casa, no lo descubrió hasta que la fulminó el amarillo de correos
en el ascensor.
Más
tarde nos ponemos serias, toca política local.
-A
mi me propuso que fuera en su lista
-A
mi padre también. ¡Entonces intentó rodearse de gente honesta y le dijisteis
que no!
-La
idea de que la política ensucia.
-¿Y
ahora que están los peores en todos sitios qué hacemos?
El
animus y los coloridos.
Casi
todas las jovencitas prefieren el color violeta, que es un color que calma,
estoy segura de que la mente selecciona en
el espectro cromático según sus necesidades, igual que el cuerpo cuando nos pide azúcares
proteínas o hidratos. Pero no le
hacemos ni caso.
Poesía
Mercantil
Cuando
las muchachas se hicieron ricas durante dos semanas fabricando y vendiendo
gafas para ver el eclipse.
Grecia
¿Estará
muriendo la democracia en el lugar donde nació después mucho tiempo de estar
muy malita?
Cybors
y competitividad.
Anoche
vi un programa sobre personas, un daltónico y dos sordomudos, que habían suplido
sus deficiencias con complementos electrónicos: el daltónico oía los colores, los sordomudos conservaban la recomendable opción de desconectarse. Es
una deficiencia no poder imaginar las deficiencias. ¡Lo difícil que resulta
entender al
hombre que confundió a su mujer con un sombrero!
Yo
carezco de la glándula de la competitividad, no puedo evitarlo, cuando alguien
desea lo mismo que yo me entran ganas de irme a dar un paseo
bien lejos, por supuesto me resulta absolutamente invisible el encanto de los éxitos, los éxitos
mismos, en concreto y en abstracto. Conmigo la
humanidad no hubiera evolucionado nada. ¿Me podrán implantar algo?¿querría que
fuera posible?
La imagen ni idea, pero me gustó.
2 comentarios:
Y perder ese sentido de contar sueltísimos tan buenos que hasta parecen juntísimos. Anda ya.
gracias, yo tengo algunos días la impresión de haber llegado a un estado de disgregación atómica.
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