viernes, 21 de agosto de 2009

Regreso al ciber-zen




Agua

No podía dejar de nadar de golpe, me hubiera demenciado, el cuerpo se la pasa reclamando, grita y vuelve siempre a por su vuelto. Nadar es de momento la manera de que estemos en paz y le cumplo.

No sé cuantos metros tiene la playa del muerto, cuesta un buen rato cruzarla, hay que bajar temprano, a las nueve, antes de que empiece el concierto de motores amplificado por el agua. Cuando llegan los barcos, las motos y las barcas, los peces más que nadar tienen espasmos, se desordenan. Intentan huir, esconderse, pero no hay donde, y con tantos sobresaltos se dispersan. A partir de las diez y medía aquello es un psiquiátrico de peces, un caos, un desorden nervioso.

A la mañana siguiente, cuando llego, los peces se han convertido en bancos otra vez, han recuperado la sincronía y puedo nadar confiada siguiendo la dirección que eligen ellos, o pararme, y se paran a coquetear, siempre a la misma distancia. Cuando giro se ponen en fila y me rodean.

Ayer me fui muy adentro, había una corriente cruzada que me jalaba, iba siguiendo a una manada de diminutos hilillos de neón. Me asusté cuando se dispersaron y gracias a eso pude hacerme ver por una moto que casi me atropella (hubiera resultado tan poco verosímil ser atropellada mientras perseguía neones, y además nadie lo hubiera imaginado, que me desperté)

Entonces me di cuenta de lo lejos que estaba de la orilla y recordé los calambres que dan al asustarse

Agua-tierra

Ningún río, aunque se llame como éste, está tan seco cómo aparenta. A nuestro río seco le mana suficiente agua al lado del barranco y José ha puesto una huerta que es exactamente como me gustan las huertas, suelta, aparentemente descuidada, sin cálculos ni rectas visibles, poco cartesiana, llena de sorpresas. Sólo parece un calabazar, sin embargo, mirando con atención encontré pepinos, sandías y melones camuflados por las larguísimas guías de la calabaza en flor, dónde menos se espera ha escondido el José una fila de ajos y cebollas, tiernos como el agua. Cuando llegué ya estaban las patatas en la cocina.

Dedicarse a ver crecer los árboles, eso es una ocupación alta y sobre todo fructífera. Ahora están cargados pero está todo verde, voy por las tardes a respigar los aguacates, duros como pedreños, los palos de mango están cargados de fruta, ya roja, pero a medio crecer, lo mismo pasa con las guayabas, los chirimoyos, la higuera, los olivos y las toronjas. Ahora toca acumular uva y almendra. Los cítricos que pusimos enanos tienen muchísimas mandarinas, naranjas y limones, por eso en esta cocina más de una vez se oirá:

-Necesito un limón para el gin-tonic
-Es el árbol de enfrente, el tercero, si prefieres lima es el árbol que está detrás de los pomelos.

Que a mi me parece uno de los mejores diálogos posibles.

Hablé con José y consulté a los socios, hay que establecer prioridades, nos faltan muchos frutos secos, mañana iremos al vivero y pasara como cuando vas a una biblioteca, que nunca te llevas el libro que ibas a buscar, pero por lo que tenemos meditado creo que este año vamos a plantar un nogal, un granado, plátanos, pistachos y anacardos. Me siento como un Noe vegetariano, al tiempo, con la jubilación, llegarán los pavos y las gallinas.

3 comentarios:

SATSUMA dijo...

¡Qué gusto leerte en este Madrid que abrasa! Por un ratito me voy allá...debajo del aire acondicionado. ¡Qué suerte un huerto, y un molino y una playa y los amigos...!

Muchísimos besos Martina!!!

Lamia dijo...

Querida Marta, me ha costado volver... Sin embargo, me ha gustado hacerlo con ese fondo de peces azules que parecen llenar de luz este entorno tan oscuro. Quiero que sepas que trabajo en un nuevo blog que espero esté listo pronto. Un espacio en el que volver a escribir con la misma libertad con la que inicié los anteriores y que,desgraciadamente, alguien me robó este invierno.En cuanto lo tenga listo te aviso. Me encantará recibir tus aportaciones. Además, tengo un proyecto en la cabeza sobre el que me gustaría conocer tu opinión. Cuando lo tenga más definido te cuento. Un beso con sabor a luna, porque es ahí desde donde voy a volver a escribir. Antes Lamia...

Marta Sanuy dijo...

Estaís requetecontrainvitadas al Molino ambas, vos sabes Joaquina.
¡necesito compañia! es mi lugar en el mundo, por fin y sin duda, pero es demasiado remoto para quedarse sola, me haréis un favor cuando os apetezca bajar.

¡que alegría tu regreso exlamia!, ¿te acuerdas de que tenemos unos gin-tonics pendientes. Nos los tomamos en cuanto vuelva ¿vale? a mi también me apetece saber de ti y de tus ricos proyectos.