Nadar cincuenta minutos seguidos cambia la configuración cerebral. Respirar acompasadamente conduce al trance. Sobre todo con el sol del medio día en invierno sacándole sombras, ya casi doradas, al Castellar que parece gritarme: despierta.
Nado casi debajo de un árbol al que por aquí llaman desmayo blanco (a saber cómo se llama). Lo estoy mirando crecer desde hace unos años. En verano me siento debajo. También miro mucho hacia una morera china, ¡me gustan las moreras chinas!, crecí debajo de una; les caen esos flequillos tupidos y parece que te quieren abrigar.
¡Por qué seremos tan crueles con lo agradecido que es el cuerpo!, me pregunto cuando subo paseando, es un rito pensar eso cruzando el puente de la acequia, por el molino, este otro molino al lado del que crecí y que ahora es la biblioteca.
Después de comer sardinas, mejillones y rucula he dejado otra vez de ser atea.
Y por aquello de no cometer actos menudos y perecederos me he puesto a leer a Lezama y me he parado aquí:
de Filosofía del clavel
Ah, que tú escapes en el instante
en el que habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no quieras creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.
Ah, si pudiera ser cierto que la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,
parecen entre ensueños, sin ansias de levantar
los más extensos caballos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.
Para terminar me he puesto a escribir esto, quizá sea la meta, por qué no, dejar que llegue este momento, y poder pensar, o sentir, o contar, o lo que sea, solo con los dedos
La imagen es de Graciela Iturbide y se titula Juego de manos.
3 comentarios:
Respirar acompasadamente conduce al trance: eso es muy verdad. no por nada, la palabra "sagrada" es "ohmm", porque si uno la repite muchas veces, muchas, muchas veces cae como en trance. De "ohmm" deriva nuestro "amén".
Bueno, y no sé por qué estoy contando esto. Me gusta mucho conversar contigo así a pequeños ratos.
¿desmayo blanco? increíble nombre para un árbol, me encanta. Y también lo de pensar, sentir, contar sólo con los dedos.
Charlar con ustedes dos es un pedazo de placer también
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