Me digo, más no, algo falla.
Primero pienso:
Tranquila que viene Blanca y existe ese aforismo alternativo:
"cómo voy a saber lo qué pienso si no lo escribo"
o bien
"cómo voy a saber quién soy si no te lo cuento"
Y luego:
Si me diera mucha, mucha prisa llegaría a tiempo de comprar el periódico, bueno da igual, bajo luego, o lo leo aquí (no ayuda tener tantas alternativas). No puedo ir a los supermercados porque me siento ofendidísima cuando quieren hacerme creer que elijo entre cincuenta marcas de garbanzos iguales (Tristana con dos, garbanzos, se volvía loca). Bueno no, bajo ahora, luego, aún quedan diez minutos, me puedo vestir en uno y medio.
Y luego:
¡Qué control del flujo mental este he llegado a tener!¿Será (seré) recuperable?. Eso le pregunté a la bruja de Inma cuando me pidió que le hiciera una pregunta difícil. La más difícil. La que más me inquietara, y le pedí un día de ventaja. Y le pregunté eso y me dijo que si.
Y Mientras:
Menos siete, cierran a las dos. ¡Me estoy viendo venir!¡otro día sin ir a la piscina!
Y también:
Me dijo mama gata:
Pasa a pesarte por la mañana, los últimos meses te has estado engordando a mala leche, que nos conocemos (¿cómo lo sabe?). Menos mal ya ya estoy recuperando mi tamaño natural (que curioso, uno sabe cual es su tamaño natural en cada momento y también sabe cuando y por qué se altera)(qué siginificará eso en "términos sociológicos")
Ya no llego, son las dos:
¿Echará el pichi de menos el sonido de la cafetera?. Se está volviendo viejo, ahora se baña a la una, antes se bañaba a las once, ya no contesta tanto, toma mucho el sol. No sé si le ha sentado bien nuestro cambio de domicilio. Lo que me faltaba, imaginarme que el pájaro está triste. Si esto me pasa por no bajar a por el periódico.
Ah, Carmen, la imagen, que creo que la autora soy yo, y es el molino, ahí debajo de palo¿de?, creo que es toronja.
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