Prosigamos pues nuestra conversación a tintero lleno de minucias Sonia, también tus arañas me inspiran. Me he acordado de una ocasión en la que eché de menos intensamente a las arañas y demás bichos. Llegué en navidad de Chalate y pasé a ducharme a casa de Sandra porque en la mía no había agua. ¡Más de media hora estuve mirando los rincones en busca de seres vivos! y nada, hubiera querido tener gafas microscópicas y ver al menos a los afamados ácaros del polvo. Me dio un poco de miedo un mundo tan aséptico.
Carlos tenía un patio con limoneros, guayabas, orquídeas, colibríes…estuvo fuera una temporada y a la vuelta encontramos todo aquello dentro de un capullo de telas de araña, ¡vaya sensación irreal romper tantos hilos brillantes para atravesar el patio!.
Cuando vivíamos en Chalate, en la casa comunal, la casa no estaba cerrada, tenía un muro de un metro y pico y el resto era tela metálica, se colaba de todo. Por la noche poníamos latas con agua en las patas de la cama para que no pudieran subir las tarántulas. ¡Qué inconsciencia la mía!, y tan confiada, infalibles me parecían las latitas. Ya había asistido a una picadura de tarántula y me di cuenta de que había más literatura que realidad en su capacidad mortífera. Hay bichos con mala prensa, eso es todo.
Meses antes de que subiera Carlos vivía en Palacio, llamaban con ironía Palacio a la casa que habían hecho a través de un apadrinamiento y que era la única de concreto del lugar. Siempre ataban el caballo en la puerta de mi habitación y tenía que salir por la ventana. Una noche estaba leyendo, con vela claro, y oí un grito y muchos ruidos de zapatillazos en el suelo, yo era la única que tenía habitación para mi sola, aunque a los pocos días se empezó a llenar de niñas que trasladaron allí su domicilio y me sentí mejor. En la habitación de al lado había mucha gente durmiendo, pero ninguno dijo nada, bueno sí, el príncipe, el hermano adolescente dijo, “no gritéis para no asustar a la chelita”. Cuando pregunté qué pasaba me dijeron que Maribel había tenido una pesadilla y salieron despacito a por caña, que es un antídoto estupendo para la picadura de tarántula, que matar no mata, pero produce unos dolores musculares bastante serios. A la mañana siguiente me lo contó todo mi iniciadora, la Toñita, que era una cotorra sabia de diez años.
Y nada más de arañas por hoy. Ah, si, a mi me gusta como caminan las arañas, por impulsos, Blanca siempre dice que las más elegantes andando son las vacas pero a mi ese movimiento eléctrico de las arañas me gusta, como si estuvieran continuamente tomando decisiones.
3 comentarios:
no vale, mis arañas se quedan a la altura de una huella de zapato con tus tarántulas...
pero bueno, me alegra darte pie para que me cuentes esas mil cosas de tu estancia en el salvador.
por otra parte, decirte que a mí las arañas con pelos no me gustan, la verdad. Prefiero las que son ocho palos y cuerpo de alfiler, esas caseritas sin ojos.
lo he reenscrito q había muchas erratillas, esos seres desleales
bss
mujeraña
Ya estoy aqui, me ha encantado. Mañana te llamo, un beso.
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