Tuve una interesante conversación hace más o menos un mes sobre qué podía aportar un taller de escritura. Me siento satisfecha con las conclusiones, llevaba años rumiándolas pero me parecieron más claras, menos pretenciosas, después de comentarlas con Benito.
Creo que intentamos mostrar la necesidad de convertirse en lector después de escribir, la meta es modificar, alterar la relación entre el que escribe y el que se lee después.
Yo intento proporcionar estrategias al que se lee para que pueda alejarse del embrujo de la propia escritura:
-Creó, o así.
(como diría Koke Vega)
También creo, o así, que si algo podemos enseñar no es a escribir, sino a borrar. La frase que más aparece en mis anotaciones a los textos es:
-Innecesario, se deduce.
O bien
-Yo esta última frase la borraría entera.
Cuentan que Rulfo escribía un cuento todas las noches, lo escribía temprano y no paraba hasta que lograba, quitando y quitando lo prescindible, borrarlo del todo.
4 comentarios:
yo creo que Rulfo esperaba a su mujer, que creía desaparecida en alta mar, y como tenía muchas pretendientas, para quitarselas de encima, les decía que se ocuparía de ellas cuando terminase un cuento...
A mi me parece muy bien lo que haga Rufus por la noche pero yo no soy Rufus.
A escribir creo que no se aprende, ni quitando ni poniendo o quieres o no quieres.
Viva Rulfo y los que ayudan a conocer a Rulfo.
Gracias Jesús por lo que me toca. No tiene mérito, ni modo, los que tenemos dioses somos un rollo, no dejamos de predicar.
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