Éste era uno de los
desacuerdos serios con mi madre, llegábamos a reñir porque repetía cien veces:
-Pero qué horrible es la
vejez.
Cómo iba a estar de acuerdo teniéndola delante, si yo la veía cada vez más bella.
(más graciosa, más serena, más alegre)
Cuando uno se muere puede
tener cualquier edad, así que elegí esa foto para ponerla en la
mesilla, de un modo espontáneo se ha ido convirtiendo en un
altarcito, el lugar de la presencia de la ausencia, aunque es una presencia que cunde, también me hace bailar desde que tengo la radio en la
cocina.
2 comentarios:
Qué foto más entrañable, Marta! Me encanta estáis guapísimas!!!
Gracias Blanca, a ver si nos tomamos una caña estas navidades, que lo nuestro es todo un reencuentro. besos.
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