Cuánto más disfruto de
la literatura menos interés siento por el mundo literario, estaba
pensando estos días, y anoche se lo oí decir a Goytisolo.
Estoy
en étapa de idilio, se me ha caído la baba con “El viceconsul”
de la Duras; llevo anotando sus libros
semanas, sus picardías literarias me parecen infinitas. Pero
mientras buceaba en la Duras se estaba agitando Lautreamont
recomendado por la Pizarnik, antes de alcanzarlo encontré un apeadero;
Bachelard hablando de Lautreamont. Cuando necesito un cambio de aires
me voy con los cronistas, esta semana con Villorro y la Licitra.
La cháchara de todos esos dispara la memoria y también me persigue algo que decía Valery: que la historia de la
literatura podría ser contada sin citar a un solo autor; me hace
ilusión pensar, cuando convivo con ese batiburrillo de gente, que
sus palabras se imantan, resucitan, chocan, se interrogan, se
bifurcan y que, al escucharlas, hasta me salen hojitas, como a las estacas.
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