Esa frase se decía tanto
que ya no significaba nada, sólo servía para comenzar una de esas
conversaciones que se rezaban a la fresca cuando ya no había de qué
hablar.
-La pirotécnica, el
butano, la campsa, la base militar americana y los militares en el
castellar: nada si se enzarzan a explotar en cadena.
Decía uno
-Pero la gasolina arde,
no explota
Replicaba otro. Para
tranquilizar.
Mi madre contaba como
una gran peripecia de su infancia que los desalojaron porque se había
escapado un misil de la base américana, los mandaron a dormir al río
y pasó la noche jugando al escondite. Mi primera experiencia directa
con explosivos fue a los nueve años, también por la
pirotécnia, todavía veo moverse la lámpara y las paredes de la
habitación de la abuela, luego, a los trece, estalló el butano, que
puso la cocina naranja y mató a mucha gente conocida, y a los veinte
o por ahí la petroquímica de Tarragona, donde estaba de visita. En
aquella ocasión me sentía una experta, las calles estaban
abarrotadas, todo el mundo corría, pero yo tenía la tonta certeza
de que la cosa no iba a pasar a mayores, convencí a los que me
acompañaban y nos sentamos en un bordillo a mirar aquel río de
gente asustada. Menos mal que atiné.
En ese trocito de la
ribera, en los pueblos que rodean al mío, tenemos acostumbrada la
oreja a las bombas ; El Castellar es un campo de maniobras militares
y allí todos los días juegan nuestros soldaditos a la guerra. Hace
muchos años un amigo que estaba fuera compró por la mañana El País
y encontró en la portada un obús entrando por la ventana de su
habitación. Menos mal que se cruzó ese edificio en la trayectoria,
si no lo hubiera parado el misil hubiera llegado hasta la piscina en
hora punta.
Algo me sorprendió ayer
cuando me enteré de la noticia de esta última explosión, cada
periódico atribuía un término municipal a la pirotécnica al
principio, y es que las ondas expansivas no admiten linderos, da
igual que esté en Casetas, en Garrapinillos, en Utebo o en Pinseque.
Volveremos a olvidar el riesgo, es la única manera de vivir en medio
de un polvorín.
Mis condolencias a las
familias.
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