Por la mañana ha aparecido el cadaver de un tritón asesinado por portazo, todos hemos asistido al levantamiento del cadaver, Blanch lo ha dejado en el fregadero. Lo que no esperábamos era ir también al entierro, pero minutos depués el muerto era transportado por las ordenadas hormigas.
Carméncita me dejó unas gafas de aumento y me quedé hipnotizada con la belleza de la medusa. Debió notar la admiración y el pánico, y más que rozarme me abrazó. Todo me escuece, todo me pica, para compensar rememoro el hermoso primer plano de la asexuada gelatina.
Lo de las moscas va en aumento, ya no me cambian sólo la página, hoy me han cambiado de libro en el ebook; han cerrado uno de crónicas argentinas y han abierto Los raros de Rubén Darío. Como yo siempre me empeño en que el azar sea para algo por ahí he seguido.
El homo ludens tiene tiempo para mirar insectos y entereza sabiéndose diminuto. El economicus no. Después de la conversación de hoy me he acordado de aquella batalla que ganó Tales de Mileto cuando decidió enriquecerse comprando viñedos en época de sequía porque sabía astrología y que pronto iba a llover. Demostró así a quienes se reían de él que un homo ludens puede hacerse rico. Pero que esa no era su finalidad. Tales dejó lo del dinero al año siguiente.
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