Pensado desde ahora fue una bendición
tener una amiga tan guapa. Pude observar como le dejaban el centro
de la fila y se apróximaban de forma ordenada, según sus posibilidades; los más feos en los extremos. Constaté que ninguno
de los nueve chicos había notado mi existencia, ni los más
encogidos, pero me gustó ver la escena desde la única butaca
ocupada de la fila de atrás. Como si estuviese allí para
recordarlos.
Eso fue en invierno, en el cine. Si
actuaban así con jerseys de cuello alto qué sería en la piscina.
Seguí grabando desde la toalla, con el rabillo. Sentí durante dos o
tres veranos lástima de la pobre Merche, me parecía agotador estar
todo el día correteando por el bordillo, haciéndo fila en el
trampolín y pasándose la lengua por los labios perseguida por
tanta gente. Al margen de sus tareas, extenuantes, a mí siempre me
parecio una tía maja.
4 comentarios:
Eso, en mayor o menor medida, nos ha pasado a todos. Siempre hay alguien más listo, guapo o afortunado en todo lo que se nos pueda ocurrir. La cosa es no sucumbir a la decepción y llevarse medianamente bien consigo mismo. Por cierto: ¿qué es de Merche? ¿Mantienes el contacto?
Pues claro José Mari, si no me pareciera que nos pasa a todos no lo hubiera escrito. No se debe ver en el tono que me estaba divirtiendo, qué rabia. Yo no tengo la glándula de la competitividad, es un chollo. A Merche hace siglos que no la veo, le pregunto a su hermana, tiene chicos grandes con Paco y vive en Burriana. Y vos ¿cómo andas? Anda quierete un montón que merece la pena. Besicos.
Yo he pensado siempre que mi problema no era precisamente el quererme más o menos, sino que provenía de fuera. Más bien, necesito meterme algo de caña. Y es lo que estoy haciendo ahora, así que... Un abrazo. Cuídate.
Te imagino sembrado, buen estado, disfruta.
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