Ahora
sé que gestos hace ella por mí y cuáles son mis repeticiones de siempre a secas. En
eso consistirá la metamorfosis, digo yo. De eso debe tratar mi sentido
de lo cosmogónico si alguno tengo, de la presencia de su ausencia.
-¿De qué color tiene los ojos tu madre? Me preguntó Gonzalo
-¿De qué color tiene los ojos Gonzalo? me preguntó la Arse unas horas después, el día que esos dos se enamoraron.
Y podías
llamar a casa a las dos de la tarde y decile: mamá, que voy con todas
las Lolas Moras y un par de cántabras más a comer, y ella era capaz de
comunicarse con cinco desconocidas, tres conocidas y una íntima
simultáneamente sin equivocarse de canal. Entre mis grandes placeres
estaba la sorpresa de escuchar sus charlas con Blanca, a los tres
minutos de reencontrarse ya estaban en lo esencial. Hay un par de
importantes en mi vida que no llegaron a conocerla, pero el resto
recuerda nitidita su capacidad de comunicar bienestar, y su voz
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