Dijo mi hermana en un whatsap...Y también tenía razón
Yo, después mirar con el rabillo del ojo
la salida de la carcel de Bárcenas cambié de emisora, quité la voz
y estuve rabiando. Cuando volví a mirar la pantalla, un rato
después, me quedé hipnotizada por un banco de sardinas, las reinas de
la natación sincronizada, hasta que llegó el desastre. El cetáceo
se parecía más a un submarino de guerra que a cualquier otro
cetáceo y cada vez que abría la boca se tragaba un millón
sardinas. Mientras comía aparecieron unas decenas de tiburoncillos
para aprovechar la huída de las danzantes plateadas, que ya
estaban divididas en grupitos muy pequeños. Pero el cetáceo las
quería empujar hacia la superficie, donde estaban listas las
fuerzas aéreas, cientos de gaviotas tirándose en contrapicado a por las sardinas supervivientes.
Anoche no tuve más pesadillas que esa. Pero qué miedo acordarse luego de Davos.
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