domingo, 7 de diciembre de 2014

Otra casa tomada o Ruidera perequiana



Sigo sin saber cómo tienen la cara los miembros de la pareja que está metida en mi habitación y en el baño, pero quiero que se divorcien de una vez , además de gritar tienen unas voces horribles. En la cocina me suelo encontrar con tres niños que cantan jotas y con las carcajadas y el tendedor de colorines de Marcia, pero, si siguen subiendo el volumen los otros, voy a tener que aprovechar cuando se vayan para preparar mucha comida y congelarla. La de enfrente es sorda, qué envidia, y acaba con todas mis intenciones cuando, en el momento más inesperado, lanza su inmunda tele contra nuestro salón, el del tercero escucha máquina, y paso momentos horribles cuando hace palpitar todo el edificio mientras suenan las noticias de la uno.

Quedé con Pilar Adón, a quién quiero mucho y con quién comparto, entre otras cosas, la dolencia. Me alivió constatar que no exagero (vos tenes complejo de gorgona, no lo niegues chava, acabo do oír).

No tengo dudas, el oído es el órgano de la escritura, pero la hiperacusia es uno de sus peores enemigos.

¡Si oígo el cliclicli del papel del water de los vecinos! Cuando no puedes escucharte es imposible escribir siquiera una notita para dar las gracias por toda la luz que entra por esta ventana. Menos mal que se han debido ir todos de puente. 

Por aquí estamos ensayando para hacer como que no va a ser navidad, hemos empezado hoy, haciendo como que no es domingo.



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