José María Sicilia.
Cuando digo que necesito estar sola
miento, lo que hago es irme a Rusia con un francés, Emmanuel Carrère, durante
cuatrocientas páginas, envolverme en la manta del sofá y salir
zumbando, con un Sputnik de verdad, no como aquel que regalaban los de Nesquik.
-Para mí eres incomprensible, ¡ahora
esta manía contra las novelas! aunque también te entiendo, mucha
paja en la mayoría y demasiados parecidos entre ellas.
Me decía mi madre, que era lectora de
novelas y hacía comentarios tan atrevidos que Nacho la anduvo
taloneando para crítica de Literaturas.com.
Hoy hace tres meses que
no le puedo hacer de viva voz las preguntas, aunque sé lo
que me contestaría:
-Blanco, blanco, blanco y negro, negro,
negro.
Siempre volvías con muchas más dudas de las que habías llevado. Y con una gran tarea, no ningunear el gris.
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