jueves, 13 de marzo de 2014

Preparando un funeral.




Cuando pensemos en Marino sólo se nos va a ocurrir una palabra, bueno. Marino era bueno porque no soportaba el dolor ajeno. Él sentía que los pobres, los solos,  los despreciados, eran su responsabilidad. Todos sabemos que no podía dormir si se había encontrado con alguien que no tenía donde y se lo llevaba  a la tienda, o a casa de la abuela, enfrentándose a mil broncas. Ahora se oye mucho la palabra empático, que significa ponerse en el lugar del otro, pero lo de Marino era mucho más. No soportar el dolor ajeno es la mayor altura humana y ética que se puede conseguir, y en eso ha sido un ejemplo.

Pero además de la palabra bueno recordaremos a Marino por las flores, por la tienda, por el loro, por el super ocho,  por los extranjeros, por Italia, por la gorra y esa elegancia, porque fue  el primero que trajo una tele a este pueblo para ver el alunizaje, porque nos consiguió a una tía estupenda, Marisa, por aquella vez que se le ocurrió guardar un millón de pesetas en el tambor de la lavadora sin decirle nada, eso nos tuvo a todos unos días reconstruyendo la numeración de los billetes, y fue el dinero mejor invertido, porque nos enseñó, aún más, que no vale tanto. Por  su adoración a Mirian (la palabra que más dijo a lo largo de su vida fue Miriam), a Sandra, a Manolo, a Alejandro y Tomás, sus nietos, a sus hermanos, a sus sobrinos. Lo recordaremos por su afán de contar historias, en otro entorno hubiese sido un estupendo novelista. Y por su adoración a sus hermanas, a Carmen, a Aurora, a Arsenia y a Emma, sin las que Marino no era nada. Aunque a sus hermanos no los quería menos y los últimos días le dijo a José y a Manolo que se iba con Teodoro.Tambíen por su capacidad para generar historias. En nuestra familia existe un género literario en el que los relatos empiezan diciendo:

Sabes lo que le ha pasado al tío Marino.

Porque se sentía orgulloso  de nosotros, como yo, de la unión de esta familia. Como me decía Olga esta mañana, el tío aún nos unía más. Y lo estamos llorando a mares, pero todos y juntos. 

Vamos a soñar que nos está viendo desde algún agujero mientras se toma un Amareto con Luis y con Carmen. Sabemos exactamente que música escucharían. (y entonces sonó La Bambola)

 P.D. La foto es del 12 de agosto de 1963 y están Marino, Arse, Emma y Pedro Ángel y la tele.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso Marta......

SATSUMA dijo...

Es precioso Martina y no se por qué me imagino al tío Marino sonriendo al escucharte...te mando un abrazo y un beso bien gordo

Marta Sanuy dijo...

Gracias chicas,un abrazo para vosotras.

Julia de los Rios dijo...

Muy lindo y sobre todo mantener siempre el recuerdo vivo del tío Mariano hará que se mantenga al lado de cada uno de la familia.
Un abrazo especial.

Marta Sanuy dijo...

gracias Julia, cualquiera lo olvida, nos ha dejado muchisimas historias.

José María dijo...

Siento mucho lo de Marino. Lo apreciaba, de verdad. De mí decía que era más raro que un perro verde. Y, en cierto modo, tenía razón.

Marta Sanuy dijo...

Gracias José Mari, a veces atinaba, pero ya sabes que exageraba a montón.No nos lo creemos aún, abundaba tanto.
Un abrazo.