La palabra que más me gusta es
mira. Me gusta decirla y que me la digan.
Algunos habitantes de mi tejido
nuclear me repiten siempre: “mira, África”, y les hago caso, pero ahora les hago más. En los
grupos hay tareas no escritas, en éste yo tengo tajo, soy la disponible y la
que mira desde lejos. Y además, tengo que ir, se me ha perdido algo importante
en ese continente: la narratividad.
Hace tantos años que le hizo
la autopsia Benjamín a la nuestra que hemos empleado la palabra para otra pseudo
cosa, y de lo que significaba nos hemos olvidado.
“Aprés L´Océan” cuenta que la sangría de la emigración
también depende de las enormes capacidades narrativas de los africanos que,
cuando vuelven, se suman a un falso relato colectivo y les cuentan a los demás
que les fue bien y que triunfaron.
Mientras tanto asisto a la vuelta
de Carlos a Acajutla desde aquí y me divierto con ese maje cuando tiene
capacidad de desdoblarse y de mirar con lupa. Ha encontrado muchas novedades:
su pueblo está lleno de un animal que se escapó de un barco, lo llaman
cocodrilo llorón y se pega la noche gritando, los árboles que había están 16
años más altos y las calles están llenas de uno nuevo con un fruto muy raro
porque se corrió la voz de que hacía adelgazar, pero no. Es un choque cabrón el
que se tiene con la propia cultura, pero deja sedita, me dice. Se queda uno sin
mitos de un solo. Hay cosas que no han cambiado: el vergazo gente por todos los
sitios vendiendo cosas, que después de ver Teruel impresiona más, la pobreza
sigue igual, bueno no, empeoró con el dólar.
1 comentario:
Me la apunto!
Besos a montones!!
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