Por fin anoche, después de por lo menos cuatro años, Justo subió a cenar. Justo y Carmencita son los oscenses de la playa, dos magníficos interlocutores. Pasamos el verano con la misma gente, para casi todos los molineros playa es sinónimo de "el muerto". Pero Justo y yo no abandonamos casi nunca la plaza.
Empezaron pidiéndome sacos de dormir porque venían unos amigos suyos y luego quedamos en que mejor que se subieran aquí. El tiempo es raro en el molino, se estira tanto, habíamos pasado dos días juntos y ya eran Orencio, Ana, Carlos y Delfina. ¡Cuatro interlocutores espléndidos más de una tacada!
Luego llegaron Zoe, Yeray y Taida y tuvimos una noche aragonesa, pero con una polaca, Delfina, que nos dejó el ave de regalo.
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