domingo, 11 de agosto de 2013

Esperando a las Perseidas.



Cuando me quedo sola los pájaros ignoran mi presencia y se vienen a columpiar a la cuerda. Eso ya lo he contado. Entonces imagino todo lo que se acercaría a uno si fuera invisible, sin este gran tamaño de carne y hueso que según la niña, que lo amasó el otro día, siempre la despedida es un masaje, a pesar de todo no tiene nudos. Creo que los pájaros  vienen a mirar las sábanas tendidas. Este año todos las eligieron blancas, a mí  la terapeuta me puso unas verde rabioso que dan sueños con sabor a chicle de menta. A Buñuel también le encantaba la ropa tendida y, hace unos años, estando aquí sola, le hice un homenaje proyectándolo balanceado por un lienzo  y escoltado por calcetines. Pero eso también lo he contado.

El molino pasó de cántabro a políglota con la llegada de nuestra tailandesa. Inmersión inglesa trufada con rotundas frases, que no nos suenan a pesar de los años a nada, en holandés, excursiones aclaratorias al francés y vuelta al español ante mis gestos de ignorancia sajona.

Contó Ann, en inglés, que estando en Colombia una amiga suya tuvo una relación con un nativo y ella  se dio cuenta de que le decía insistentemente:

-A mosquito

Cuando lo que quería decir era amorcito.

Ahora debería haber silencio, pero se ha vuelto loca la chicharra, parece que hoy no la callan las piedras. Todo está igual, pero más frondoso. Ayer Martín plantó un magnolio aquí mismo. Unos días antes preparamos una bomba de olor, unimos a una hierba luisa con un jazmín. Pero stop, que me vuelvo a escorar un verano más hacia la jardinería y el ciclo.

La soledad depende de con qué se construye. La mía es gratísima, siempre tengo pendiente la digestión de muchas conversaciones, cometidas o pendientes. Además no se parecen en nada la soledad del infierno y la del paraíso. Aquí se puede llenar con cualquier duda el tiempo sin culpabilizarse, hoy por ejemplo no voy a limpiar porque no he decidido si es mejor empezar por arriba o por abajo.


Ah, lo de los caracoles. Me encantan los caracoles y los estuve guardando debajo de un colador, hicieron fuerza juntos y lo consiguieron levantar, puedo destinar el domingo a coger caracoles dentro de casa. Por la noche tengo plan, he de revisar mis deseos, esta noche caen las perseidas.



2 comentarios:

SATSUMA dijo...

Pero qué gustazo leerte siempre Martina!!si parece que estoy oliendo la sábanas limpias mientras veo pasar el tiempo debajo de un árbol!! me encanta

Besazos

Marta Sanuy dijo...

y qué gustazo que me leas y te guste, el árbol es una yuca o pata de elefante.

achuchón