El
molino esperó a que estuviésemos todos reunidos antes de romper la tubería. La
de la toma de la lavadora. Confieso que cuando me di cuenta lo primero que hice
fue cerrar la puerta, pero salir huyendo era inútil, no se puede huir de la
velocidad del agua. La hermosa inundación puso en movimiento a un ejército y no
sólo eso, provocó a aparência em nossas vidas de Peix Campo.
Llegue a creer que Belén era fontanera de
verdad cuando, auxiliada por Carlos, intentaba cerrar la llave de paso, el chorro de agua a presión en la cara embellecía
notablemente a la salmantina, que mientras se ahogaba era traducida por el de Móstoles:
llave inglesa, destornillador, llave
normal, más pequeña, más grande, y todo eso estaba tan ordenado en la casa de
aperos que creí que iba a ser coser a cantar. Mientras todos los demás pusieron
sus toallas limpias a disposición de los charcos y Olivia buscó en el Google
las instrucciones de la lavadora.
¡Este
curso va a salir bien! Me dije, al contemplar una reacción unánime y
sincronizada. Y me acordé de ese experimento que siempre me cuenta René, el de
la inteligencia colectiva, el positivo, que hay dos: se pregunta a cientos de
personas cuántas judías exactamente hay en un tarro y aciertan. Estamos
pensando muy en serio abrir los cursos rompiendo una tubería, los problemas
deberían convertirse siempre en pegamento entre las gentes.
Un poco
después descubrimos que la llave de paso estaba pasada de rosca y los
achicadores agotados, y tuvimos que pasar a mayores. Cortar la llave general.
Quedarnos sin agua. En la cena diseñamos estrategias de urgencia. Nos
ducharíamos de dos en dos mientras un tercero fregaba los platos, sólo se
podría ir al baño cuando se hubieran llenado las cisternas, otras dos personas
se quedarían achicando el agua que la lavadora, que a esas alturas ya vomitaba
por el tambor. No había dudas, el curso
tenía que salir bien.
A las
diez de la mañana, es decir, tres horas después de acostarme, estaba harta de
pensar en la lavadora desde la cama, y decidí contemplarla, pero se me habían
adelantado, ya estaban Zoe y Blanca ocupando la primera fila. Entonces tuve el
primer ataque de optimismo agudo, yo sé que Zoe con una llave inglesa en la
mano es capaz de parar al las crecidas del Nilo, pero fue seguido de un
retortijón de pesimismo cuando Blanca, que es fuerte y altísima, me dijo: ¿y si
la sacamos al porche para vaciar el agua? Imaginar la lavadora convertida en
manantial dando vueltas por la casa me desbordó, pero de ahí surgió una tercera
idea: ¿Qué hago yo cuando me desbordo? Llamo a mi padre.
Matías
estaba atento al Skipe, recopiló toda la información, hizo un diagnóstico y
juntos descubrimos que necesitábamos un fontanero. Además nos contó dos o tres
chistes malos que nos consolaron y llevaron a las chicas a la conclusión unánime
de que tiene la voz muy bonita y está como una cabra. Entonces Blanca tuvo una
iluminación, trasladó la goma de la lavadora al lavabo y pudimos abrir el agua,
después de tanta escasez nos había salido una fuente en el centro de la casa.
Los
duchos en horóscopos dijeron luego que nos habíamos reunido demasiados símbolos
de agua, los que manejan simbologías se
apropiaron de la idea, todos se rieron y se leyeron poemas alusivos. Yo sólo
pensaba en el suelo seco y en regar. Cuál sería la sorpresa cuando, en un viaje
placentero a la cocina descubrí que la inundación había vuelto, esta vez por la
ducha…
Pero no
quiero pecar de minuciosa para ocultar mi incapacidad de escribir ahora. Se
fueron casi todos hace dos días, pero los sigo oyendo por las esquinas, y
vuelvo a ver a Olivia, con el vestido de polo de limón, comprando a toda
velocidad en el supermercado, y la cara de felicidad de Muriel cuando
vinieron de asaltar la piscina del vecino, y a Carlos escribiendo y abrazando
por las esquinas, diciéndome al final del porche eso tan bonito: que soy una
mama italiana grande (eso sí que me dejo pensativa, quizá sea lo que quiero
ser) Y vuelvo a ver a Andrés y a Zoe en una danza, pendientes de todo, intentando
disimular la cara de pena cuando tenían que bajar a por víveres a Almuñecar. O
a Yeray, escondido detrás de una puerta escuchando la clase de Gonzalo. A
Blanca y a Begoña las oigo desde la habitación, y da gusto despertarse con su
charleta. Hoy, quitando las cenizas de la chimenea, ha vuelto entera la
conversación con Andrelo sobre anarquismo, le estuve hablando de mi tío José
María y estallaron las coordenadas espacio- tiempo, la ponderosa se plantó aquí,
se metió en el molino, entera.
(Por eso me acuerdo de algo que os tengo que
decir, amigos de Peix Campo, las ponderosas, los molinos, los u-topos, los
lugares que no existen, son voraces y nos recuerdan continuamente que solos no
somos nada. Y la otra cosa era que quedáis nombrados molineros, y que ni modo,
ya sabéis que es verdad que esta es vuestra casa y necesita retroalimentarse
con vuestras carcajadas y vuestros sofocones.
Bueno,
que desciendo, la tarea de rescatar minutos este año la tenéis vosotros. Han
ocurrido algunas cosas desde que nos abandonasteis, esas sí me tocan a mí. Taida
ha vuelto a comer carne, estoy oyendo la alegría general. La lavadora funciona.
Fue magnífico no tener que plegar esta vez las sábanas sola, me ayudó Yeray. A Yeray
se le ha caído un diente y le ha roto el perro su muñeco preferido, pero no
importa, esta tarde va a viajar en canoa, y Taida también. Zoe ahí sigue, ensayado
su texto mientras riega y bajando a la civilización. Gonzalo está mustio, vuelve la cabeza mucho y
me pregunta con la mirada, extrañado ¿dónde está la gente?)
4 comentarios:
Me encantáis!!
Besos a montones!
¡pues anda que tú!
a más montones
En el Molino, nadie manda y todos obedecen...qué lugar...
me alivias Ester.
yo tengo la sensación de mandar un montón, a veces me oigo con eco.
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