Podría
encontrarme a dos o tres a la vuelta de la esquina haciendo lo mismo que yo. No hay que pegarse la vida
huyendo de los comportamientos gregarios, pensaba estos días, ésa es otra de
las tonterías que tienen que ver con el divide y vencerás. Con esa pervertida
idea de que hay que crearse una individualidad compleja.
Querer ser especial es tan dañino como querer ser
importante. Ambos son síntomas de una patología inoculada por intereses piramidales. Nos pegamos
la vida queriendo ser únicos y bebemos en los mismos vasos de duralex que
nuestro vecino, tenemos los mismos muebles de Ikea y oímos las mismas
canciones. Yo creo que únicos eran nuestros abuelos, que se fabricaban los
vasos y los muebles y cantaban y contaban por la noche.
Cuánto más me resisto a mis teorías cogidas por los pelos más
me acosan. Yo no quería contar pendejadas sino hablar del huerto y de la relectura
de Rayuela, ¿de qué sino? si acabo de terminar el capítulo de la muerte de
Rocamadur.
-Parecemos extraterrestres
Dijo ayer Mila cuando nos quedamos apabiladas viendo la flor que
se ha convertido en berenjena.
Y me dejó reflexionando, porque sí, es un poco
extraterrestre tener tan poca participación en la propia vida y, en una o dos
generaciones, se nos olvidaron demasiadas cosas fundamentales. El progreso, esa línea
recta, nos fue alejando de lo que de verdad importa: la autonomía, la sorpresa
renovada, el ciclo.
La agricultura forma parte de esas experiencias casi místicas
que no pueden explicarse y creo que los huertos están devolviendo a mucha gente
a la sana casi no actividad de la contemplación (lo peor que se le puede hacer a una persona o a una tomatera es demasiado caso). Además, si hay una palabra clave que nos pueda sacar del abotargamiento es potencialidad, y nada hay tan potencial como la tierra y las semillas.
De Rayuela poco nuevo tengo que decir aún, lástima recordar tan bien, subrayar, rescatar la letra pequeña ,y eso es mucho,es lo que toca.
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