-Después de seis meses preparando el cumpleaños, él cumplía
cincuenta, después de más de quince años juntos independientemente del país en
el que cada uno de los dos viviera, aquello, inexplicable. La independencia de
un brazo cargado de tarta que con velas encendidas y todo se va contra la cara
del festejado. Una sinsustanciadez que no viene al caso. Las caras de cien
personas organizadas en fila, que no entienden nada. Las gafas del ínclito,
chorreando chocolate en la cocina y preguntándole a T: ¿Pero yo qué le he
hecho? Los cercanos, que se ponen a hacer el payaso y a embadurnarse para que parezca una broma,
yo, incapaz de entender absolutamente nada, siguiendo la broma hasta el
paroxismo y diciendo, por decir, que todavía quedaban cinco tartas más, por no
tirarme por el barranco. Y el brazo, me miraba el brazo y su independencia me
daba terror. Supongo que algo así sentiste al utilizar la palabra contraria a
la que necesitabas, ¡y para más INRI no poder dejar de repetirla! Lo siento. Al
menos tu momento de desbarranque fue íntimo.
Y así, despacito, unas historias se van explicando con
otras. La niña Blanch me acompaña con la de la tarta y Tati me cuenta otra
gruesa que va de blues. Concluimos que no son sólo meteduras de pata,
descomunales despropósitos, son ataques de pánico. Estamos de acuerdo en que hay algo más en esa
necesidad de salir corriendo, coger aire, y entonces volver. Corriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario