Pobres flores, las del arriate del jardín geométrico.
Parecen temer a la policía...
Pero son tan buenas que todas florecen igual
y tienen la misma sonrisa antigua
que tuvieron para la primera mirada del primer hombre
que las vio y las tocó levemente
por ver si también hablaban.
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(...)
Me consolé volviendo al sol y a la lluvia
sentándome otra vez a la puerta de mi casa.
Los campos, al final, no son tan verdes para quienes se sienten
amados
como para los que no.
Sentir es estar distraído.
1 comentario:
Muy buena elección, Marta, tú que estás ahora tan entre plantas.
Bonito y profundo Alberto Caerio siempre
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