martes, 24 de mayo de 2011

Una historia sin título aún





En 1994, en un picap, Nora Franco dijo:


-Me he puesto correo electrónico


Y menos mal que hubo alguien en el carro que utilizó la maravillosa muletilla y le contestó:


-¡Ah! ¿de veras?


El “¡ah! ¿de veras?” es mágico. Tanto como decirle a alguien que no lo entiendes cuando dice una tontería, al tercer intento de explicarse ya sabe cuan tonto era lo que intentaba decir.


Y entonces ella se puso a explicar qué era exactamente “correo electrónico”. Pero aún así “electrónico” me sonaba muy antiguo, a los circuitos del Carlitos. En la U, bien lacónicos los salvadoreños al nombrar su Universidad, había ordenadores conectados desde muy pronto. La primera vez que mandé un correo fue con Joselín, yo tapaba la pantalla con mi vestido de verano para que sus alumnos no se dieran cuenta de que el cooperante de matemáticas no tenía ni idea de mandar correos. Aquel se lo mandaba a mi padre, que en aquellos tiempos remotos ya había aprendido a talonearme a través de Internet y ya estaba estudiando Html. ¡Mi papa!¡Un pelma en la avanzadilla!


Luego, creo que fue “La boletina” el espejo de lo posible: veinte años, ahí sigue.


Más tarde, pocos meses después, llegó un rubio que nos contó lógicamente que aquello iba a cambiar todas las cosas, y nos dijo que teníamos armas.


Cada tanto jodíamos al rubio, hemos tenido tiempo: ¿y la revolución?¿cuándo?


Pero él ni caso, él sin cables en la selva.


Hoy yo me voy a tomar algo fuerte a la salud de ese rubio que desde entonces ha capitaneado nuestras imaginaciones y buena parte de nuestra realidad


Ya empezó lo irreversible.


Salud René

3 comentarios:

Jesús Alonso dijo...

Ojalá que encuentres el título que buscas.

Ester dijo...

¡Jaja, es muy cierto, electrónico suena muy anticuado!

Marta Sanuy dijo...

Tendré ayuda, verás, seguro que lo encuentro.

¡Cómo me gusta que me des la razón Ester! ¡ suena viejíiiiiiiiiiisimo!