¿Quién no ha tenido la impresión alguna vez de haberse caído en una banda sonora?
Si nuestros modelos narrativos han cambiado, han cambiado por el cine, y lo que cambia es que ahora hay que contarse con banda sonora.
Mi banda sonora del año pasado fue Rachid Taha: porque lo vi, porque fui a Marruecos, porque me suena en momentos clave por las esquinas, porque insulta al público, porque me anima, porque me encanta.
Pero hoy procede más, para desear que prenda esa esperanzadora llama Tunecina.
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