En la época de Homero, el ojo humano era sensible a los colores muy luminosos, pero no distinguía los matices del verde y el azul. Hacia los siglos finales del segundo milenio había desarrollado sensibilidad a todo el arco iris. Nosotros ya no percibimos el rojo y el amarillo como Homero pero vemos más allá del ultravioleta. También han evolucionado el olfato, el oído y el gusto. Nadie se extasía hoy con el nauseabundo olor de los jazmines, ni escucha arrobado la estridencia barroca del clavicordio, ni prueba el pan de levadura con que se alimentan los cerdos. Estos cambios en la percepción de las cosas provocan desde hace mucho la obsolescencia de muchas obras antiguas que hoy resultan desconcertantes. Sin embargo, no faltan escritores y críticos no realistas, que en nombre de una supuesta vanguardia reivindican el extrañamiento ante lo irreal que producen las minuciosas descripciones de Balzac y de Émile Zola
Raúl Brasca Escritos disconformes Ediciones Universidad Salamanca
4 comentarios:
uyyyyy, cómo alguien puede des-tratar de esa manera a los jazmines!!!!
"fuerte aroma", tal vez. que no se aconsejan cantidades grandes en cuartos pequeños, quizás... pero, nauseabundos!!!!!
que absoluta falta de buen gusto, je
p.d: me agradó mucho tu blog.
amenazo volver.
Cuando puedas, mandame un correo a " pgescu@hotmail.com "para que pueda actualizar tu dirección.
y mi abuelo me decia en aquellos años felices: "huele esas flores de la tapia al pasar, te cuentan la belleza de las estrellas..."
hola clo, tranquila, ¡logró exaltarte el Brasca!, menudo tipo. Bievenida
Siempre me he imaginado tú tierra muy perfumada, nunca he estado, tengo ganas de ir, anónima y poética muchacha
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