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Un homenaje a Clarisse, que intentó aprehender a Mosburguer
Desde que le vi la cara al monstruo, ahora ya lo llamamos familiarmente Mister Hide, han pasado muchas cosas. Se me disputaron la urgencia y la parálisis. Durante años las otras caras se difuminaban sin previo aviso, y se me cristalizaron las sensaciones, en lugar de cosquillas tenía agujetas.
Su cara desfigurada, irreconocible, ni siquiera la de otro, más bien la cara de nadie, era imborrable. Después de verla sólo pude rezar: "no es posible, no es posible, no es posible...", y de la incredulidad pase al espanto, pero confieso que me asomé para volver a ver esa cara una y otra vez, nunca fui capaz de cerrar los ojos. Me arrastraba aquella voz, que además era la mía, diciendo siempre lo mismo: "no es posible, no es posible, no es posible".
-Lo que se teme se provoca y uno se vuelve loco cuando ya no puede comunicarse.
Explicaba al día siguiente el doctor Jekyll, y yo creía a pies juntillas su diagnóstico.
3 comentarios:
Conmovedor...
sabes, aunque saberlo no sea un consuelo, que casi todos tenemos dentro un Mr. Hide luchando para mostrarse, y algunas veces no podemos evitar que asome. La medida en que somos capaces de dominar al monstruo que nos habita marca las relaciones con los otros y con nosotros mismos. La batalla entre Jekyll y Hide tiene lugar en el interior de cada uno, y a veces es muy dura.
Un beso y un abrazo enormes.
Muy bueno, Marta.
de exorcismos y tareas escriturales... muy sano
; D
lagarto lagarto
beeesosos
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