lunes, 4 de junio de 2007

Llego la hora de hacer algunas magdalenas.





Y ¿Por qué no voy a escribir al pedo ahora que estoy tan descansada?. Total, Landero me dijo, “si no se te ocurre nada ponte un gin-tonic, pero escribe”, y en esta casa hay de todo, (¿papa tienes papel de fumar?, y va Matías y tiene).

Y además ha estado esa cigüeña haciendo círculos concéntricos alrededor de mi cabeza durante todo el fin de semana, y tengo la duda de si los cuatros se están convirtiendo en cincos, ¿tenderán a sietes?, ¿dónde tengo a Cirlot para consultar?. Llevo dos meses viendo pájaros: por eso me he dado cuenta de que antes no los veía. ¿Qué le puede pasar a esa cigüeña?.

Vino a cenar mi tío ayer, el de los cuellos almidonados y las camisas blancas. Estos eran unos ricos panaderos, y hubieran podido creer que eran hasta felices, pero su padre nunca tuvo que ver con lo que ocurría a su alrededor, los llevaba a los toros pero detestaba el conjunto y eso se notaba, siempre he creído que se arruino para desheredarlos sin violencia. Yo me acuerdo bien del tío Clemente; vivía enfundando en el Heraldo cuando media como una sábana, bajo el círculo de un flexo, era calvo y enigmático, recién salido, ahora lo sé, de una novela negra. Pero sobre todo el tío Clemente tenía la única puerta de todo mi mundo a la que había que llamar antes de entrar, y estaba al fondo de un pasillo, y eso me impresionaba. Luego abrías la puerta y parecía seguir estando muy lejos, más al fondo.

-Al tío Clemente lo echaron al camión, pero esa historia es muy larga, tiene miga, era rico y de izquierdas, y era culto el tío Clemente, algún día te lo cuento

Decía mi madre, maestra narrativa, (lo enigmático y lo suspendido y las repeticiones y la diferencia).

En la puerta siguiente vivía mi tía Lucía, tambien enfundada, pero en un camisón con millones de puntillas, y también encaramada, pero sobre almohadas de pluma, ella suspiraba.

-Mapi no suspires así que me recuerdas a la tía Lucía

le decimos a veces a mi hermana, es la única noción de su existencia que nos dejó.

Menos mal que no escribí todo eso ¡qué anacronismo!

-¿pero cómo no vas a escribir eso, tonta?, ¿no te acuerdas del membrillero?¿y del olor a pan recién salido del horno mezclado con el del membrillo y el verano?¿y de la amante del hijo, que estaba enfermo del corazón y por eso tenía la prerrogativa de tener a su amante en casa?. Carmen, se llamaba Carmen, era un granito de arena en una ostra, y solo mama gata se sentaba con ella a fumar debajo del membrillero, y devino en perla y le seguimos la pista muchos años después. ¿No te acuerdas de la abuela Pilar en el lavadero, y vendiendo el pan, y de las mujeres haciendo magdalenas en un balde?. Bueno lo que más deberías recordar es lo de los abanicazos. El montón de tardes de verano en el patio del horno, cuando se iban las mujeres que hacían magdalenas para las fiestas y se quedaban la Abuela Pilar, la tía Lucía y la tía Avelina, machacandose el escote con aquellos abanicos ¡qué velocidad!.

También decía Landero que hay un material literario que aparece ya hecho, ya a la mano, ya elaborado, y que ese no es tan interesante, o por lo menos no es un reto.

-En todo caso esta bien recordar estas historias, aunque no las escribas, por el olor.

7 comentarios:

Anotherdia dijo...

Creo, que a mi me gustado escuchar como se recuerdan historias desde siempre. ¿Donde está el pan? jajaja te he pillado

Fernando dijo...

me he sentido transportado debajo del árbol con aquellos abanicos que entretenían el aire..y el olor a magdalenas...sabes?...en el polg. de malpica al lado de la Bella Easo de vez en cuando sale un olor a magdalenas que me recuerdan los hornos de los pueblos...y el membrillo que se guardaba entre la ropa con su olor extraño y bueno...historias de olores...besos.

beatus_ille dijo...

maña!!! qué bien te salión el txt-magdalena de hoy!!!


oye, mañana por la tarde estás en madrid?? que tengo que subir, quedamos para ir a la feria???
anda, di que sí!!!!!

dime argo!!!

bss

Marta Sanuy dijo...

Intento estar a las 4 en Avenida de América, te aviso.

Indi dijo...

Vale, lo confieso: no soy la abuela Pilar, pero debe ser privilegio del nombre lo de saber hacer unas magdalenas de campeonato. No en vano provengo de una larga dinastía de panaderos.
Así que el día que os apetezca os paso la receta y le poneis membrillo o lo que más os apetezca;).

Jesús Alonso dijo...

Esa es manera de ponerse a descansar, levantando tantos recuerdos y tantos olores de panes, membrillos, escotes. Y luego el toque del gin-tonic que situa el texto en el tiempo en el que escrito. Y ese guiño a Auster, algún día te contaré la historia de... ¿Te vas a lanzar al ruedo?

Marta Sanuy dijo...

Magdalenas con membrillo Auster, en honor a Proust haremos Pilar.

Estoy harta, harta, harta del omnipresente Auster, Jesús, me entusiasmó la trilogía, el país de las últimas cosas también, pero se le ve la tramoya tanto. La historia esa que dejo colgada solo la cuenta aún mi madre, y soto voce, aún no se puede. No, no me voy a tirar al ruedo, me quedaré en el perfíl.