domingo, 12 de julio de 2015

Primera vacuna contra el éxito.





Pensado desde ahora fue una bendición tener una amiga tan guapa. Pude observar como le dejaban el centro de la fila y se apróximaban de forma ordenada, según sus posibilidades; los más feos en los extremos. Constaté que ninguno de los nueve chicos había notado mi existencia, ni los más encogidos, pero me gustó ver la escena desde la única butaca ocupada de la fila de atrás. Como si estuviese allí para recordarlos.


Eso fue en invierno, en el cine. Si actuaban así con jerseys de cuello alto qué sería en la piscina. Seguí grabando desde la toalla, con el rabillo. Sentí durante dos o tres veranos lástima de la pobre Merche, me parecía agotador estar todo el día correteando por el bordillo, haciéndo fila en el trampolín y pasándose la lengua por los labios perseguida por tanta gente. Al margen de sus tareas, extenuantes, a mí siempre me parecio una tía maja.

miércoles, 8 de julio de 2015

Nuno Júdice



Mar Arza


FIGURA CON REALIDAD


Te escribo ahora, por dentro de este poema.
Podría soñar que vas a nacer de dentro de él, o
que estás dentro de él
como la flor futura habita el centro del invierno.
La analogía es el punto adonde el poema va a beber,
como se va a la fuente, o como se oye, en el silencio
de la tierra, un rumor de aguas subterráneas.
Entonces, tu voz se abre, como si fuese
la propia flor. Entra en mí,
y recorre los espacios desiertos de mi alma,
como si un viento empujase las puertas y las ventanas,
atravesase las salas, y avivase el fuego
en las cenizas del corazón. Me limito
a oírte en el intervalo de los versos, mientras
la vida reemprende, despacio, su curso:
oraciones por dividir, una enunciación de figuras
de retórica, el paralelismo
de ciertas comparaciones. Todo esto desembocaría,
como es evidente, en el ritmo
al que el poema obedece si no te encontrase
en cada cesura, como si tu imagen insistiese
en llenar los vacíos de la palabra. Entonces,
dejo que entres dentro del poema; y te veo
avanzar por las frases, hasta el final de la línea,
donde te espero,
como si cada sueño no se deshiciese
con el aire.

martes, 7 de julio de 2015

Alergia a los jueces de secano.


Miguel Angel Gil Andaluz


Pocas declaraciones me parecen más soeces  que las de los que exclaman:

-Lo perdonaré si me pide disculpas.

Hoy lo decía María Kodama refiriéndose a  Katchadjian en Clarín y me ha recorrido un escalofrío. Claro que es peor cuando lo dice alguien conocido y resulta infernal cuando lo dice alguien querido porque, casi automáticamente, deja de serlo. Querer que te pidan disculpas es solicitar un gesto de humillación para constatar que eres el vencedor y tienes el poder y  ¡ ¡ ¡ la razón!!!  sólo si humillas tanto como crees que te humillaron podrás descansar .  Me interesa el concepto de perdón en un caso, cuando se empareja con el de entendimiendo y es un proceso íntimo y silencioso. Cuando se "entiende" no hacen falta ritos confrontativos.  Si el otro es alguien cruel, por lo tanto ininteligible, no hay que perdonar; hay que condenar, apartarlo y olvidarse. 

Estuvo bien desatinado Borges buscando pareja, con lo listo que era para otras cosas.




Louise Elisabeth Glück

Miroslaw Maszlanko


Exigua luz que surge de repente
en el cielo, entre dos
ramas de pino, y sus finas agujas

grabadas ahora en la extensión radiante
y encima este
cielo, alto, ligero…

Huele el aire. Es el olor del pino blanco,
más fuerte cuando el viento sopla en él
con un sonido igual de extraño,
como suena el viento en una película.

Sombras que se desplazan. Cuerdas que
suenan a cuerdas. Lo que oyes ahora
debe ser el sonido del ruiseñor, Chordata,
el macho cortejando a la hembra…

Un rechinar de cuerdas. La hamaca
se mece con el viento, bien sujeta
entre dos pinos.

Huele el aire. Es el olor del pino blanco.

¿Es la voz de mi madre lo que oyes
o solo el ruido de los árboles
cuando el aire pasa entre ellos

pues cómo sonaría entonces
pasar entre la nada?


Traducción Jordi Doce

domingo, 5 de julio de 2015

Champiñones, tortugas y pavos reales.




Le conté a mi padre que en El Salvador no había champiñones y ¡la qué hice! Luego Idoia, una agrónoma vasca que vivía allí, se entusiasmo tanto como él con la cría del champiñon en cautividad, y Carlos construyó una casa climática que nos dejó sin mesa de ping-pong. Y, menos  mal que vinieron los nicas a las elecciones el día que tocaba poner la casita en pie, porque pesaba. ¿Pero cómo se llamaba el hermano de Bianca? Wilmar me contó hace poco que era ministro en algún sitio.Wilmar es otro de los que cuenta el viaje a Blufields de oído. Había quince o veinte, nada tontos, convencidos del éxito de aquel producto exótico para las pizzerias, colaboraban trayendo paja, meditando inconvenientes  y descifrando manuales especializadísimos. La cocina se llenó de tubos, observadores y termómetros. Mi padre exportó su neurosis con éxito, de eso no hay duda: él investigaba desde aquí y nosotros desde allí: casi sin internet. Por fin llegaron las semillas y el nido climático estaba casi listo, le faltaba un par de días. Estoy segura de que aquel bote sellado con las esporas preciosas no permaneció en el frigorífico más de dos días. También lo estoy de que Carlos e Idoia habían tomado todas las profilaxis, temperaturas y anotaciones sobre la humedad posibles, nosotros nos coceríamos pero nuestros champiñones nunca. Dos semanas cabeceando y dándose la razón entusiasmados llevaban esos dos. Entonces ¿Qué falló? ¿Por qué no asomó ni un hongo?

Años despúes llegué a la conclusión de que algún rambriento de los que vivían o pasaban por la San Antonio se había preparado una tostada de agaricáceos a mitad de noche y, sin querer, rompió el ciclo.

Todo esto viene al caso porque llevo toda la tarde informándome sobre la cría de tortugas y pavos reales y no sé si contárselo a Matías.

viernes, 3 de julio de 2015

El saxo de pelo de zanahoria y la novela de Marta








"Nunca hubiera imaginado que mi vida se pareciera tanto a lo que deseaba, supera con creces lo que había conseguido imaginar", dijo Marta, y luego se nos volvió loca. A mi madre le encantaba cuidar a la autora de "El crimen del Esclavo",  la había impresionado profundamente ese libro. A Marta se le pasaban los pánicos en la cocina de Arse. Yo siempre he sentido un pellizco de culpabilidad por no haber sabido identificar a tiempo, en la novela, las claves de tanto horror, sólo pude ver como le estallaron en las narices a esa inteligentísima mujer y la dejaron devastada.

Sigo recomendando "El crimen del esclavo", sigo invocando desde aquí a Marta, de la que hace muchos años que no sé nada, pero sobre todo recuerdo su frase cuando me levanto pensando en la vuelta a casa y me encuentro la playa del muerto, y a Justo y Carmencita, en los papeles. ¡Qué suertuda soy!  pienso. Además los viernes tocaba música por aquí, ha de seguir sonando.




miércoles, 1 de julio de 2015

Momentos terroríficos en la cocina de la Santón o dos optimistas fumando.





-Tengo que contarte una cosa,pero no me interrumpas que es muy serio. He conocido en los últimos años a tres personas a las que les dolía la espalda, dos han muerto de cáncer de pulmón. Ahora viene lo serio: me duele la espalda.

-Yo también creo que esto de la naríz no va a ser un grano, terminaré respirando por el entrecejó.

oração . a banda mais bonita da cidade.





Mamá te escribo para decirte que te estoy escribiendo:
Tu hija que te escribe.


(y eso, que voy a seguir bailando, como me recomendarías...)

lunes, 29 de junio de 2015

Sebastian Fiorilli




Quizá exista un lugar donde la vida pueda llegar a ser un sitio estable,

¡Donde sacudir la alfombra y que suene la sirena de un barco!

Poner las penas a secar con los cangrejos, estrenar una columna
vertebral cada seis minutos,
abrir las palomas y comerles la memoria,
simplemente comprender que lo liviano es dejar caer los párpados,
que existe un lugar para protegerse de la mala intención de los paraguas.

domingo, 28 de junio de 2015

Mi mejor recital posible



Tuve que volver antes, pero estuvo muy bien dejarlo en un momento tan álgido.

 Entre el público Pepe Múrciego, Begoña, la Santón, Pedro, Nacho, Andrelo al principio, Luis Mancha...y en el escenario el quinteto con el que más he disfrutado de la agudeza verbal durante los últimos años (aunque con Fiorilli no había coíncidido, él dice que una vez, pero lo citan tanto...)

Apoyado en el espejo, como procede, el filósofo de la familia; Arturo Martinez, ahora Arturo Martí, con quien he compartido desayunos tan fructíferos. Él me presentó a Simone Weil y ahora está escribiendo una tesis sobre Gastón Bachelard; ricas neurosis las de Arturo, delicatesen compartirlas aunque sea un poquito. El viernes me regaló uno de los más tiernos y mejor explicados y más reconfortantes  pésames que he recibido. 

Con sombrero y en la esquina, el caballero Urceloy,  que nos regala sus poemas hondos y sus sonétos satíricos, bien dichos, rotundos de dolor o de gracia, en el escenario y en la puerta de la calle, con prodigalidad. Jesús, de quién siempre te quedas con ganas, pero la noche va rápidita  y faltan muchos amigos con los que hablar y de los que hablar.

(Antonio Rómar de mis amores que me estás leyendo y me hace tanta ilusión). Antonio te pone los huesos en su sitio a puritito abrazo mientras platicas y luego te desencaja la mandíbula a carcajadas. Además con Antonio compartimos oficio y eso hace que tengamos muchas citas pendientes.

Del gachupín indeciso que nos congrega no voy a declarar nada hasta más tarde, bueno sí, ¡que me gustaría que se viese desde fuera con su quinteto! 

Y cuando iba por fin a tratar a Sebastian, y ya salía hacia El Escorial para ver a Joselín y a Carles Santos, me tuve que volver. Pero ni falta que hace hablar mucho con él después de escuchar sus poemas.

La reunión fue disuelta cuando nos cayó una bolsa de agua. Hay cosas que se me olvidan de Madrid.